viernes, 20 de febrero de 2015

Especial Kengo Hanazawa: sus otros mangas, película y serie de TV



Kengo Hanazawa es un nombre que debería sonar a los aficionados al arte del cómic, no solo al del tebeo japonés. Ha sido uno de esos autores capaces de derribar esa barrera mental (y a menudo absurda) que existe entre el manga y cualquier otro tipo de cómic, y lo ha hecho gracias a uno de los relatos zombies más originales que hemos leído desde los primeros tiempos de The Walking Dead o Crossed. Lo cierto es que este dibujante de 41 años, aunque aparenta bastantes menos, no tiene una carrera repleta de títulos. Ayudante de Osamu Uoto, no es hasta los 30 años que consigue publicar su primer trabajo. Pero ese debut ya se llevó un premio, y su siguiente obra incluso fue llevada al cine y a la pequeña pantalla. Con dos obras, este autor ya había conseguido lo que a muchos les ha llevado varios lustros, pero aún le quedaba mucho por demostrar, y de ahí salió su tercera y última obra, que ya conocemos todos y de la que no hará falta que os hablemos mucho.


Lo que queremos hacer con este especial Kengo Hanazawa es hablaros un poco de todo el trabajo que ha realizado antes de I am a Hero, queremos enseñaros de donde viene, y que sigue siendo un autor a descubrir. Así pues, queremos hablaros tanto de Ressentiment como de Boys on the run e incluso de sus trabajos cortos anteriores, y de eso se encargará Jesús Játiva. Por último, Oriol Estrada quiere introduciros en el desconcertante mundo del dorama y los live-action japoneses. Todo esto, porque Hanazawa lo vale.


Kengo Hanazawa en retrospectiva, por Jesús Játiva

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De un tiempo a esta parte, Kengo Hanazawa ha aterrizado en la escena nacional pasando de tener una presencia totalmente nula hasta casi ser una celebridad. Si bien es cierto que en Japón se le conocía por sus mangas anteriores, creo que gracias a I am a hero ha dejado de ser un autor más para convertirse en una personalidad importante. En España, un poco de la nada, se empezó en 2012 a publicar I am a hero, y su aumento de popularidad sublimó a finales de 2014 con la presencia del autor en el Salón del Manga de Barcelona. En ese mismo salón, Zona Negativa pudimos hacerle una breve entrevista y en ella nos comentó algo sobre su trayectoria que resulta relevante en este punto. Sus dos obras anteriores, aunque se podrían considerar exitosas en el sentido de que no las cancelaron, lo cierto es que no obtuvieron el éxito que el autor esperaba. Según nos contó, esa falta de fama le produjo frustración e impulsos violentos: la editora, entonces, consideró como una opción interesante focalizar esos impulsos en la creación de un manga violento. De ahí nace I am a hero, la obra que le otorga al autor aquello que anhelaba: la fama, el reconocimiento, además de, y esto lo añado yo, su obra más lograda hasta el momento en todos los niveles: gráfico, narrativo y creativo.


Considero este punto de inflexión en la carrera del autor como un buen inicio desde el que hablar de su obra previa a I am a hero y por lo tanto desconocida en España. Justo antes de empezar I am a hero, el autor serializó en la Big Comic Spirits desde 2005 hasta 2008 Boys on the run, que terminó con un total de diez tomos y fue hasta el momento su obra más larga. En esta obra cuenta la historia de Tanishi Toshiyuki, un desempleado de veintisiete años sin ambición alguna: un tío normalucho, ni alto ni bajo, ni guapo ni feo; el standard de japonés; aspira a algo más, a una vida mejor, una casa, dinero, una novia, pero no hace nada para conseguirlo ni parece tener fuerza para ello. El manga nos habla de su vida en ese estanque, en ese momento en el que se da cuenta de que no va a ser un triunfador, que todas aquellas metas que su educación y sociedad le habían puesto delante —estudia, trabaja, prospera, gana dinero, monta una familia— se le han quedado grandes y no ha sido capaz de ponerse a la altura. Pero poco a poco y un sin darse mucha cuenta su vida va cambiando: no tengo talento, no soy joven, pero eso no me impide intentarlo, buscar y al final conseguir algo, por poco que sea.


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La obra esta repleta de situaciones humorísticas. Uno de los grandes puntos positivos de este manga es que no cae en el drama barato ni la autocompasión; todo lo contrario, Hanazawa se ríe de Tanishi, de su debilidad y su poco tacto, no tiene ningún problema en jugar con él ni ponerlo en situaciones ridículas (nada más empezar la obra, se cita con una mujer anónima para tener sexo y esta resulta ser para nada del gusto de Tanishi, lo cual deriva en una situación de lo más loca y divertida); pero al mismo tiempo también se toma en serio en serio al personaje y su historia. El lector puede ver sus errores y puntos fuertes y juzgar sus actos, desde lo más bajo hasta lo más noble.


En la entrevista, Kengo Hanazawa también comentó que si todos sus protagonistas tienen ese aire de persona sin ambiciones y hasta podríamos decir pusilánime es porque están basados en él mismo; quiere dotarlos de realismo, y qué mejor que su propia personalidad para crear personajes reales. Sus mangas son un poco esto: colocarse a sí mismo en situaciones por lo general poco comunes: Hideo Suzuki en un apocalipsis zombi, Tanishi entre líos de faldas y por último Takuro Sakamoto, el protagonista de Ressentiment, que consigue un videojuego de realidad virtual en el que pretende conseguir todo aquello que no tiene en la vida real.


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El manga se publicó entre 2004 y 2005 y cuenta con un total de cuatro tomos. El protagonista de esta historia es una vez más un perdedor que poco ha conseguida en su vida. Está a punto de cumplir los treinta y ve que no parece que vaya a haber ningún cambio cuando cumpla cuarenta o cincuenta. Trabaja en una imprenta, un oficio que el propio Hanazawa desempeñó hasta 1997 justo antes de empezar a dibujar como ayudante de Osamu Uoto. La historia empieza un poco como Boys on the run, pero el planteamiento es totalmente distinto, pues todo gira alrededor de ese videojuego y por tanto la obra cobra tintes fantásticos y de ciencia-ficción. El nivel gráfico en esta obra es muy inferior a lo que podemos encontrar en I am a hero e incluso en Boys on the run, donde ya se ve a un autor ambicioso y capaz de dominar la narrativa. La obra es divertida y amena, pero sin duda no llega al nivel de las otras y se lee por ser de quién es, aunque sin duda es interesante leerla para observar cómo en apenas diez años ha progresado tanto; ha pasado de una línea más gruesa a una más fina, sus fondos están repletos de detalle que matizan el efecto máscara, y además en I am a hero se muestra como un narrador muy experimentado: es capaz de contar, sin saturar, sin caer en detalles sin importancia, y para esto hace un muy buen uso de la elipsis e incluso de grandes saltos en el tiempo.


Mirando su carrera en retrospectiva, uno se pregunta hacia dónde se dirige. Si leemos su obra más primeriza y dejamos a un lado las cuestión técnicas, aquellas historias cortas que realizó antes incluso de Ressentiment, que se recopilaron en 2012 en un tomo y que son de la época en la que Hanazawa pugnaba por una serie, observamos su interés en ese personaje ordinario, el japonés medio, pero también esa obra muestra influencias de autores de corte alternativo como podría ser aquel que mencionó en la entrevista: Yoshiharu Tsuge. En estos relatos nos encontramos personajes más solitarios, historias más ambiguas. Su obra posterior mantiene temas que interesan al autor y que son la clave para entenderlo y su seña de identidad, pero también observamos la incorporación de elementos mucho más comerciales como los zombis; además, él mismo admitió que su próximo manga sería un shônen, por lo que es inivetable preguntarse hacia dónde piensa tirar Hanazawa a partir de ahora y si tal vez ha olvidado aquella ambición que Hideo Suzuki gritaba en el primer tomo de I am a hero en pos de mejores ventas. En mi opinión: no, no lo ha olvidado. Creo que está claro que I am a hero es una llamada de atención, una manera de buscar público fácil, pero de la misma manera que utiliza esa estrategia con fines comerciales, su carácter e individualidad están más presentes que nunca, y espero que sus obras futuras sigan mostrándonos al verdadero Kengo Hanazawa.


Boys on the Run en pantalla, por Oriol Estrada

Los chicos de Bakuman se pasan veinte tomos intentando hacer realidad su sueño, les lleva un montón de años y mucho sufrimiento. No es que a Kengo Hanazawa llegase a catar las mieles del éxito muy pronto en su carrera, pero no parece de lo más normal que con tu segunda obra, y la primera con un número de tomos considerables, alguien se decida a hacer una película y después una serie de televisión. Esto es algo que está al alcance de pocos, y quizás el fenómeno más parecido (aunque salvando las distancias) sea Densha Otoko. Pero no nos vamos a quejar, Boys on the run es una obra que nos gusta de verdad, y que tenga dos adaptaciones a imagen real es sin duda una buena noticia. De hecho, la mejor de las noticias si no hablas japonés, ya que es mucho más fácil conseguir el DVD versión UK de la película, o los DVDs con subtítulos en inglés de la serie de televisión (tanto de forma legal como no), que leerse el manga entero en cualquier idioma que no sea el japonés.


De todos modos, hay que decir que las adaptaciones se tomaron su tiempo. La película no apareció hasta 2010, dos años después de que terminara de publicarse el manga, y un año después de empezar a publicar sus historias sobre zombies (¿era más barato adaptar Boys on the Run que I am a Hero quizás?). La serie de televisión tardaría dos años más, y no llegaría a las pantallas hasta 2012. Vamos, que el éxito de Hanazawa se ha ido cociendo a fuego lento.


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El dorama

Para los que no hayan oído nunca la palabra “dorama”, viene del inglés “drama”, y en Japón es el equivalente a decir serie de TV. Y si para muchos tiene sentido usar la etiqueta “manga” para referirse al cómic japonés, se podría decir que en las series de televisión también es apropiado. Más que nada porque se podría decir que juegan con unas reglas distintas. Para empezar, muchos de los dorama llevan el humor hasta el extremo, y en este tipo de comedias lo habitual es la sobreactuación. Aunque está claro que el hecho de utilizar muchos cantantes o idols puede limitar hasta cierto punto la cuestión interpretativa, creo que en el fondo es un estilo al que los japoneses están acostumbrados, al menos cuando se trata de comedia para televisión. Pero es habitual que al espectador occidental le sorprenda (y no le guste) ver este tipo de actuaciones llenas de muecas, gritos y exageraciones. Sirva esto de advertencia. Pero cuando uno entra en el juego, lo cierto es que muchos de estos dorama son capaces de engancharte.


Estrenado en 2012 en TV Asahi, Boys on the run fue un dorama de verano, y sus nueve capítulos se emitieron a partir de las 23:15h entre Julio y Septiembre de ese año. No sé hasta qué punto eso es bueno o malo para la serie, pero la audiencia llegó hasta el 5,9% de share (y eso en Japón probablemente sean algunos centenares de miles, sino millones de espectadores). La adaptación es realmente fiel a la obra original de Hanazawa, e incluso tiene diálogos y frases sacadas directamente de las páginas del manga. De hecho, hay casi el mismo número de episodios que de tomos recopilatorios, y eso hace que en un capítulo del dorama tengamos más o menos un resumen de cada tomo (ya que contarlo todo es prácticamente imposible). Posiblemente lo que le puede chirriar más al fan del manga es la elección de los actores. Tanto el protagonista como las chicas, salen bastante más favorecidos que en el manga, las chicas son muchísimos más guapas que como las pinta Hanazawa, y Tanishi, aunque se esfuerza en poner caras raras en cada escena, no deja de ser un actor/cantante de la cantera de la agencia Johnny, y por lo tanto, un niño mono. Pero esto es televisión, y de alguna manera había que enganchar al gran público.


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Pero la serie tiene otras virtudes, y es que no se queda simplemente en el mero hecho de adaptar con fidelidad los diálogos del manga, incluso se esfuerza por conseguir algunas buenas escenas de acción, logrando emular el dinamismo de las páginas de Hanazawa, y eso no siempre es fácil, menos para una serie de televisión.


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La película

Como suele pasar en muchas de estas adaptaciones japonesas, el dorama siempre acaba siendo bastante más exagerado y fantasioso, mientras que la película rebaja bastante el humor, y va por unos derroteros algo más realistas. De hecho, de la misma manera que pasaba con la versión cinematográfica de Densha Otoko, la película tiene incluso un punto más de cine independiente, no tan comercial como puede ser la serie. El ritmo es mucho más lento, los actores más comedidos, y de hecho, el casting parece bastante más realista y fiel a los personajes originales. Vamos, que Tanishi no sería precisamente un tío bueno disfrazado de otaku.


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Aunque parezca mentira, el hecho de rebajar tanto el tono cómico, de hacer la película un poco más seria, lo aleja un poco más de la obra original (en ese sentido, el dorama se acerca un poco más al manga). La película tiene más de reinterpretación, los personajes no son tan fácilmente identificables, por no estar tan caricaturizados, como sí pasaba en el dorama. La película incluso es capaz de convertir algunas escenas, que en el manga son más o menos divertidas, en momentos incómodos, incluso tristes, convirtiendo al protagonista en un personaje algo menos simpático, más desesperado y patético.


Pero quizás eso sea una ventaja para aquellos que no están acostumbrados al histrionismo de las series japonesas. Probablemente sea mejor para un neófito enfrentarse primero a la película que a la serie. De todos modos, si os gusta la película, os encariñáis con los personajes, dadle una oportunidad al dorama, ya que la película termina más o menos en el cuarto o quinto tomo del manga, lo que podríamos llamar el primer arco argumental. Si queréis ver la historia entera, incluso más escenas sacadas directamente del manga que la película omite, y además, teniendo en cuenta que leer el manga entero es bastante complicado si no sabes japonés, el dorama sigue siendo una buena opción. En definitiva, se podría decir que son complementarias, ya que ambas te ofrecen dos formas distintas de ver la historia, una más manga, y otra con un punto más dramático, más realista, que quizás en la obra de Hanazawa no es tan evidente, pero que sigue estando ahí debajo de las distintas capas humorísticas o tragicómicas.



Vía Zona Negativa http://www.zonanegativa.com/especial-kengo-hanazawa/




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