Ganadores concurso Nowhere Men
Ya tenemos a los tres ganadores del concurso de Nowhere Men que os ofrecimos cortesía de Norma Editorial. El nivel de las reseñas que hemos recibido ha sido bastante alto así que agradecemos a los participantes y en especial a los tres ganadores que han sido:
– Rodrigo Arizaga con una reseña de Los Borgia
– José Martinez Ros con una reseña de Corto Maltes en Siberia de Hugo Pratt
– José García García con una reseña del Mundo de Edena de Moebius
Durante el día de hoy nos pondremos en contacto con vosotros por e-mail para solicitaros los datos de envío y que Norma Editorial os haga llegar vuestro ejemplar de Nowhere Men. Enhorabuena!
Consagrados como dos de los nombres capitales del comic europeo de las últimas décadas, lo cierto es que en los últimos años tanto Alejandro Jodorowsky como Milo Manara parecían haberse acomodado en trabajos poco inspirados. Meros reciclajes y/o repeticiones de sus obras mayores previas, carentes de la ambición, creatividad y energía de aquellas. A pesar de ello su unión profesional suscitaba no poco interés y más habida cuenta de que la misma giraba sobre los Borgia, infame dinastía del S.XV cuya leyenda negra ha generado ríos de tinta tanto histórica como ficticia.
El caso es que, contemplado en perspectiva, el triunvirato Jodorowsky-Manara-Borgia no podría haber estado más avenido, pues las características de cada uno parecen potenciar los puntos fuertes y minimizar los defectos de los otros dos. Obligado a remitirse a unos personajes y acontecimientos dictados por la historia, la prosa del guionista chileno gana en solidez argumental, manteniendo los rasgos excéntricos y los comportamientos extremos habituales en sus guiones pero reduciendo el nivel de abstracción y surrealismo que en ocasiones acaba por estancar sus premisas. Manara se beneficia de una premisa potente y con mayor ambición narrativa que las esquemáticas historias para enlazar escenas eróticas en que ha devenido su obra como autor completo desde mediados de los 90. Por su parte la figura de la casa Borgia aporta las dosis de exceso, locura, violencia y sexo que ambos autores han sabido convertir en una seña de identidad creativa.
Comenzando con la muerte del Papa Inocencio VIII, Los Borgia narra el ascenso y caída del clan familiar encabezado por el valenciano Rodrigo Borgia. Su poco ortodoxa subida al trono de San Pedro con el nombre de Alejandro VI convierte a su familia en una de las más poderosas de Europa, con la obtención de poder y riquezas en beneficio propio como única finalidad. Relato coral, el protagonismo de la narración es compartido por el corrupto pontífice y sus hijos ilegítimos Cesar, Juan, Lucrecia y Jofré, todos ellos abandonados al exceso en una volátil y violenta espiral decadente que acabará destruyéndoles por completo. Así, engaños, asesinatos, violaciones, incestos, torturas, conspiraciones y perversiones de toda clase se van sucediendo a lo largo de las páginas de la serie.
Conviene aclarar que, si bien la obra describe detalladamente eventos documentados (la guerra con los franceses en el reino de Nápoles) e incluye la aparición de otros personajes históricos (el profético monje Girolamo Savonarola, el polifacético artista e inventor Leonardo Da Vinci), la finalidad de los autores no es la mera plasmación gráfica de unos sucesos históricos. Más bien su interés apunta a servirse de los mismos para plasmar un ácido retrato crítico de la sociedad de la época, con especial hincapié en la doble moral de la iglesia, la corrupción en las estructuras del poder y la falta de escrúpulos de sus responsables. Motivo este por el que en ocasiones Jodorowsky y Manara no dudan en retorcer los hechos para llevarlos a su terreno. Quizás la historia nos diga que el rey francés Carlos VIII falleció víctima de una apoplejía, pero su muerte en la serie, consumido por la lava del Vesubio mientras ebrio de poder fornica con una prostituta, resulta mucho más coherente con el tono de la narración.
El guión de Jodorowsky incide en elementos característicos de su obra como el misticismo simbólico, el humor desmitificador ó la comunión entre lo espiritual y lo carnal. Todo ello en un tono más verosímil pese a lo exagerado de elementos como un saco lleno de penes amputados, el nacimiento de un bebe bicéfalo o el papa lanzando un ejército de prostitutas para aplacar el avance de las tropas enemigas (sic). En lo referente al dibujo Manara logra su mejor trabajo en años, haciendo que nos fijemos en algo más que en atractivo de sus morbosas féminas para apreciar la expresividad de sus personajes, el detalle puesto en la recreación de escenarios, vestidos y objetos de la época, la atmosfera decadente y violenta de la narración ó el refuerzo dramático que supone el soberbio uso de un coloreado de raigambre pictórica. Como lectores nos hemos acostumbrados a “mirar” las ilustraciones del italiano, pero aquí es posible “ver” su labor en el sentido más amplio del término. Algo que constituye una experiencia mucho más satisfactoria.
Publicada originalmente en cuatro entregas en formato álbum, la edición integral realizada por Norma Editorial reduce la dimensión de página original al tamaño comic book. Un formato más agradecido a la hora de facilitar la lectura y colocarlo en la estantería, pero en este caso concreto quizá un tamaño mayor haría más justicia al resultado final. En cualquier caso un defecto mínimo que no resta interés a una destacable obra que, como sus protagonistas, muestra la ambivalente fascinación por la cara más oscura del ser humano.
““Vives un mundo imaginario, solo que ya no te das cuenta. Cuando un adulto entra en el mundo de los cuentos es para siempre.”
No creo necesario presentar al gran Corto Maltés, el personaje más célebre, junto al infatigable sargento Kirk, de los muchos que creó uno de los mayores autores que se han dedicado a escribir y dibujar cómics, el veneciano Hugo Pratt (1927-1995). Corto Maltés, súbdito británico, nacido en La Valetta, Malta, hijo de una gitana y un marinero de Cornualles, representa como pocos la esencia de la aventura.
Siempre he lamento un poco haberlo descubierto de adulto. No porque me parezca una lectura juvenil, ni mucho menos, sino por la certidumbre de que, si lo hubiera hallado en mi adolescencia, hubiera poblado mis sueños y mi imaginación aún con más fuerza, al igual que los relatos de Conrad, Stevenson, Mellville, Jack London, Salgari o Borges (por ejemplo, la tal vez más famosa historia breve de Corto, Concierto en do menor para arpa y nitroglicerina adapta libremente el relato Tema del traidor y del héroe del argentino), sirvieron de inspiración a Pratt, junto a sus muchos viajes, para componer un puñado de narraciones extraordinarias.
El origen de esta gran obra de Hugo Pratt, publicada originalmente en 1974, fue, ciertamente, curioso. Invitado de honor al Festival de Lucca, convertido en una leyenda viva del noveno arte, en una conversación informal con otros autores, éstos le preguntaron por qué Corto nunca había visitado Rusia (en aquella época, la URSS), el país natal de su turbulento compañero de aventuras, Rasputín. Pratt, medio en serio, medio en broma, les dijo que tenía una historia ambientada en la inmensa y desolada Siberia en mente, pero que tendría que dibujar muchos trenes, porque no se podía hacer un cómic sobre Siberia sin trenes, y no se veía capaz. Uno de los asistentes, el arquitecto y dibujante, Guido Fuga, no se pudo contener y le dijo que empezara a escribir la nueva historia de Corto, porque él le dibujaría los trenes. Y en efecto, así fue, siendo a partir de entonces uno de los más estrechos colaboradores de Pratt.
En su etapa de madurez, Pratt preparaba cuidadosamente sus obras, y En Siberia no fue la excepción, ya que tardó tres años en completarla, una periodo que en parte destinó a documentarse cuidadosamente. Y es que, como otras obras protagonizadas por Corto, además de una emocionante aventura y un gran entretenimiento, vale por toda una lección de historia del siglo XX.
Estamos en Hong Kong. Allí encontramos a Corto y a su amigo-enemigo Rasputín, a los que una misteriosa –y femenina- secta china, Las linternas rojas, les ofrece la posibilidad de embarcarse en una nueva y lucrativa empresa: hacerse con el tesoro de los zares. Ha terminado la Primera Guerra Mundial, pero en el corazón de Asia se sigue combatiendo. Dos grandes imperios, el ruso y el chino, se han desmoronado, y los pueblos de las estepas, como los tibetanos o los mongoles, que tenían sojuzgados hasta entonces tratan de sacudirse sus cadenas. En China, la situación es caótica: buena parte del territorio está en manos de señores de la guerra, toda clase de sociedades secretas nacionalistas y triadas conspiran entre sí y está a punto de tener lugar la terrible invasión japonesa. En la extensa y gélida Siberia, los ejércitos “blancos”, formados por los antiguos partidarios de los zares, se enfrentan al ejército rojo de los bolcheviques que se han alzado con el poder en Petrogrado. Para volverlo todo aún más confuso, han llegado también cuerpos expedicionarios de las potencias occidentales –ingleses, franceses, norteamericanos- para apoyar a los “blancos” contra los “rojos” y evitar que se extienda la Revolución.
En esa guerra librada en los parajes de Siberia el arma estrella fueron los trenes blindados, el más famoso de los cuales fue el de Trotsky, el líder y creador del ejército Rojo, que finalmente se alzaría con la victoria. Y En Siberia veremos a varios de los gigantes de acero y carbón dibujados por los impresionantes lápices de Fuga y Pratt, cargados de soldados y artillería, vomitando metralla, siendo asaltados o, incluso, combatiendo entre sí desde vías paralelas en terribles duelos. Pero también nos encontramos con una peligrosa travesía a bordo de un junco chino –con naufragio incluido, por supuesto-; un viaje en biplano sobre las heladas estepas asiáticas –la primera vez que Corto sube a un avión- que tampoco acaba muy bien; cargas de caballería, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y, como siempre ocurre tratándose de Pratt, momento para la paz, la reflexión e, incluso, la poesía que sirven de remansos en la frenética acción. Entre el variado elenco de personajes, que incluye mercenarios, militares, caudillos guerreros, agentes dobles o triples, adivinos y shamanes destacan dos auténticas femmes fatales, la bellísima duquesa Marina Seminova y la enigmática e idealista Shangai Lil, y sobre todo a un gobernante tomado de la realidad histórica, el disparatado, cruel y, a su modo, romántico barón Von Urgern-Sternberg, que al frente de un ejército formado por europeos, cosacos y miembros de las tribus de las estepas llegó a proclamarse señor de Mongolia, donde pretendía crear un reino budista-cristiano desde el que combatir a los soviéticos y hasta invadir Europa, como un nuevo Gengis Khan.
En Siberia tiene todo lo que hizo a Corto Maltés un personaje inolvidable: el trazo de Pratt, sintético y elegante, en este caso con un discreto y apropiado coloreado, que hace que no haya ni una sola escena aburrida o confusa y del que tantos dibujantes hot podrían aprender; unos diálogos y textos de apoyo directamente magistrales y que muestran que Pratt era, ante todo, un magnífico escritor; y una galería de personajes tridimensionales que se niegan a reducirse a los tópicos de “buenos” o “villanos”. Si aún no habéis disfrutado de las aventuras de Corto Maltés, es hora de que os hagáis uno de los mejores regalos de vuestra vida; y si tenéis hijos aficionados a la lectura, nunca os lo agradecerán bastante.
A finales del pasado año Norma Editorial nos trajo en un tomo, de un tamaño considerable, la recopilación definitiva de la historia que Moebius empezara en 1983 y terminara en 2001. El tomo recopila todo lo que el genial autor escribiera sobre el universo de Edena, esto es, los 4 tomos centrales de los que consta la historia, el tomo inicial que encargó Citroën y que sirve de prólogo y desencadenante de la historia, y un sexto tomo titulado Los Reparadores que contiene varias historias cortas que Moebius realizó sobre los personajes principales de Edena, situadas cronológicamente antes de la historia principal, que los relaciona con otros personajes creados por el autor, produciendo así un Universo unitario de su obra, que no hace más que ser un reflejo del pseudónimo que utiliza Giraud.
El Mundo de Edena comenzó con un encargo de Citroën a Moebius en el cuál le pedía una historia corta que tuviera referencias de la marca para regalársela a sus clientes. Es muy curioso ver cómo en un momento dado del primer tomo un personaje comienza a relatar las características de un coche y lo fiable que va a ser para hacer el trayecto, pero las referencias no se quedan ahí, ya que al final del tomo los protagonistas ponen en marcha una nave que al despegar toma la forma del símbolo de Citroën.
Simplificando un poco se puede decir que los protagonistas del Mundo de Edena son Atan y Stel, dos seres sin género que realizan un viaje a un planeta para comprobar que no hay vida, encontrándose en ese planeta una pirámide y todas las razas pensantes de la galaxia, en concreto 22, y sí los humanos están entre esas razas pensantes. Stel es atraído por la pirámide y se introduce en la misma, convirtiéndose en una nave y él en su piloto que los llevará hasta Edena. En ese viaje los dos protagonistas se separarán del resto y comenzarán a vivir su propia aventura.
El Mundo de Edena es un viaje fascinante e imprevisible, intuir cuál va a ser lo próximo que les pase a los protagonistas es casi imposible, en primer lugar parece que va a ser una Space Opera, con todos en la nave buscando Edena, al separarse los protagonistas la historia da un giro y durante unas páginas me recordó a la historia de El Lago Azul, donde los protagonistas comienzan a experimentar sensaciones y sentimientos desconocidos en un paraíso natural abriéndose ante ellos un mundo nuevo. Pero la historia vuelve a dar otra vuelta, separándose los protagonistas y convirtiéndose en un viaje donde Stel busca a Atan. El guión bebe de muchos sitios, ese paraíso con los dos protagonistas recuerda mucho al Génesis de la Biblia, y las referencias a Adán y Eva son bastantes expresas. Aunque si hay un autor que ha inspirado a Moebius en esta historia creo que es Jodorowsky. Es de sobra conocido los trabajos que han realizado juntos ambos autores, desde su obra más famosa, El Incal, hasta la genial Los ojos del gato pasando por El Corazón Coronado, mi favorita de las tres, todas ellas publicadas en nuestro país por Norma. Por lo que es evidente que Jodorowsky ha influenciado a Moebius a la hora de crear historias, quizás con la obra que más similitudes guarda es con Cara de Luna, dibujada por Boucq y publicada en nuestro país en 5 volúmenes por Norma. Aunque si mi tuviera que quedar con una de las dos, sin lugar a dudas prefiero este Mundo de Edena. Moebius elimina toda la parafernalia que rodea los guiones de Jodorowsky, dándole un aire más desenfadado y cómico, lo cual sienta de maravilla y produce una lectura más amena. Así los narigudos, una de las mayores bazas de la historia, serían impensables en cualquier historia del guionista chileno.
En cuanto al dibujo, qué decir. Moebius es uno de los mejores dibujantes de la historia, es impensable ver una lámina de Moebius y no pensar que esto no es arte. El dibujo es muy limpio, más en las primeras páginas donde los protagonistas todavía no están definidos como hombre y mujer, y con unos fondos amplios que expresan la magnitud del planeta que hay detrás y la profundidad del horizonte. Nadie dibuja el horizonte como ¨Giraud. En cuanto a los protagonistas, me ha encantado la evolución que sufren. En un primer momento son polígonos asexuales, pasando a definirse perfectamente como hombre y mujer con unas cuantas líneas más en su trazo.
En definitiva El mundo de Edena no va a decepcionar a ningún fan de Moebius sino todo lo contrario, y si no conoces al autor es una excelente puerta de entrada a este universo tan particular y en la mejor edición que se ha publicado en nuestro país hasta la fecha.
Vía Zona Negativa http://www.zonanegativa.com/ganadores-concurso-nowhere-men/
Etiquetas: 2015 at 02:04PM, comic, comics, dc, freak, January 23, marvel
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