lunes, 22 de diciembre de 2014

Craneo rojo: el primer gran supervillano de Marvel



Si hacemos una selección de los mayores villanos del Universo Marvel, nos saldrán un buen número de ellos: el Doctor Muerte, Loki, el Duende Verde, Magneto, el Barón Mordo, Kingpin…docenas de personajes malignos –algunos con matices- que atormentan a los héroes protagonistas de las aventuras que leemos, las cuales no serían lo mismo sin ellos. Si queremos saber cuál fue el primero de ellos en aparecer, probablemente nos deberíamos quedar con la Némesis del Capitán América, aquel sobre quien hoy vamos a hablar: el Cráneo Rojo.


Es cierto que se puede discutir esta afirmación sosteniendo que célebres villanos estaban en activo en el mundo ficticio de la editorial mucho antes: Mister Siniestro, Apocalipsis, vampiros como Drácula o el Barón Sangre, entidades místicas extradimensionales inmortales como Dormammu o Mefisto, poderosos alienígenas semidivinos como Galactus o El Coleccionista, la subespecie entera de los Desviantes… todos ellos, de longevidad superhumana, iniciaron sus carreras antes del comienzo del siglo XX. Pero si de lo que hablamos es de antigüedad en el mundo real, o sea, qué personaje se asomó a las páginas impresas antes, rápidamente debemos descartar a todos estos por haber aparecido por primera vez en los cómics Marvel de a partir de 1961. El Cráneo Rojo lleva luciendo su horrible cara desde antes de que Marvel tuviese dicho nombre, cuando la editorial se llamaba Timely en los años 40. Quizás algunos malvados de ese mismo periodo hayan vuelto a aparecer con los años, pero ninguno de ellos ha alcanzado la preponderancia y visibilidad del antiguo botones de Adolf Hitler.


Ahora que está próxima la aparición en España de Axis, el evento Marvel en cuyo primer tramo Cráneo Rojo juega una importancia fundamental, hemos creído oportuno hacer un somero repaso por su longeva e intrincada trayectoria vital y editorial. Algunas cosas, especialmente en sus primeros tiempos, no son las que muchos creíais saber. ¿Preparados? Allá vamos.


A ver...¿Por qué creeis que está aquí en primer plano?

A ver…¿Por qué creeis que está aquí en primer plano?



George Maxon, el quintacolumnista nazi que se pasó al comunismo.

Los primeros veinte años de apariciones del villano han sido un periodo muy alterado posteriormente: muchas de las cosas que leyeron los aficionados de entonces han sido desmentidas en posteriores publicaciones más cercanas a nuestros días. Por eso, casi todo lo que vamos a encontrarnos en este apartado puede sorprender a aquellos que conozcan al personaje y su historia oficial actual. Que nadie tema, no hay error: mucho de lo aquí contado ya no tiene vigencia, es papel mojado y ha pasado al mundo de la anécdota para los lectores curiosos y estudiosos de Marvel.


Joe Simon, el cocreador del Capitán América, comentaba hace años en una entrevista que cuando estaba planteandose villanos con los que enfrentar al patriótico héroe en su primer número, estaba comiendo en una cafetería y sintió una inspiración al llegarle el postre. Una bola de helado sobre una porción de tarta caliente se derretía quedando casualmente con una forma parecida a la de un cuerpo humano. Simon lo tuvo claro: llamaría Hot Fudge al primer gran oponente del Capi, y sería un multiforme con cuerpo de dulce. Afortunadamente, pronto se impuso la cordura y Simon desechó la idea en cuanto, con un poco de perspectiva, se dio cuenta de lo estrambótica que era. Pero un detalle perduró: la roja guinda de la tarta que hacía de cabeza de aquella masa parecida a un hombre, manchada con motas del helado le recordó a una calavera. Y con eso, Simon edificó al villano. Resulta irónico que un personaje tan sanguinario, terrible y carente de sentido del humor surgiese de una inspiración tan ridícula como esta.


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Cráneo Rojo se presentó en el Captain América comics número 1 de 1941, por tanto en la misma entrega que su protagonista, aunque en la segunda historia allí contenida. La autoría completa de la criatura se debe a Simon, Jack Kirby y Ed Herron. Se nos revelaba que bajo la máscara Cráneo era un empresario aeronáutico llamado George Maxon con tratos con el ejercito USA, y que ocultaba sus simpatías por el partido nacionalsocialista del otro lado del atlántico. Maxon utilizaba su posición para sabotajes y asesinatos selectivos ante la inminente entrada de los Estados Unidos en la guerra mundial contra Alemania y sus aliados. Recordemos que en aquellos tiempos, eran muchos los norteamericanos que se declaraban abiertamente pronazis y contrarios a la intervención de su país en la contienda. La beligerancia de los cómics del Capitán América en aquellos entonces frente a estas actitudes les valió a Simon, Kirby y compañía ser desalojados en alguna ocasión de las oficinas de la editora Timely por amenaza de bomba, y el propio alcalde de Nueva York, Fiorello La Guardia, les puso bajo su protección.


2.1


Maxon volvió a asomarse por la serie de nuevo muy pronto, en el número tres, y sus apariciones fueron haciéndose frecuentes en ella. Cuando finalmente EEUU se incorporó al conflicto, a Cráneo Rojo se le presentó sin mucha más explicación como parte del aparato militar Alemán en Europa, y los autores se fueron olvidando poco a poco de que había una cara y un nombre bajo la máscara escarlata.


Con los años, la guerra terminó, el género superheroico fue decayendo en popularidad y la colección del Capitán América pasó a llamarse Captain America Weird Tales, destinada a albergar historias de terror. Sin embargo, en su número 74 de 1949, el lanzaescudos se las tuvo que ver de nuevo con su viejo oponente. Cráneo Rojo había muerto durante la guerra, pero desde la otra vida conseguía atrapar el alma de Steve Rogers mientras éste dormía. Los encarnizados enemigos tenían una épica confrontación en el infierno, concluyendo con la derrota del villano. Su alma quedaba atrapada en el inframundo para toda la eternidad mientras el héroe despertaba en su cama, con solo un arañazo fruto de la refriega en su pecho que confirmase que todo aquello no había sido un sueño.


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Los intentos de cambiar de orientación temática la revista no fueron muy fructíferos y con el tiempo acabó cancelándose. Ya en la década de los 50, dentro del título Youg men se lanzó a partir de su número 24 una nueva etapa con varios superhéroes protagonizando historias independientes, incluido el Capi. Bajo el epígrafe de Captain America: Commie Smasher, el de las barras y estrellas volvía a tener valor propagandístico luchando con los enemigos de su nación. Ahora en lugar de los nazis, los villanos eran los soviéticos y la publicación se adhería de lleno a las tesis del Macarthismo y la caza de brujas, propugnando la persecución y denuncia de aquellos norteamericanos que fuesen sospechosos de comunismo u otras actividades subversivas. El intento fue un fracaso y apenas salieron unos números.


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Pero en uno de ellos se retomó al villanesco Cráneo Rojo, contradiciendo su última aparición, aquella en el infierno. Se decía que tras haber acabado la guerra había pasado de trabajar para los nazis, a hacerlo abiertamente para los soviéticos, convirtiéndose en un personaje visible del nuevo imperio del mal. La lógica de esto puede resultar escasa considerando cómo trataron los rusos a las figuras públicas nazis capturadas tras la contienda aunque es cierto que ambos bandos -USA y URSS- se beneficiaron de las aportaciones de otros personajes del eje más desconocidos, como los científicos. Tampoco fue precisamente permisiva la política soviética respecto a la imaginería nazi (y Cráneo Rojo sin duda de haber sido real hubiese sido tan representativo como la esvástica), pero en un cómic dirigido a niños estadounidenses de los años cincuenta nadie se cuestionó nada de todo esto. Eran los malos, eran europeos. Su maligno paladín en los cómics debía ser Cráneo Rojo, ¿no?


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La Silver Age, orígenes y retrocontinuidades

Con los años sesenta, la editorial que acabaría llamándose Marvel (pasando antes por otros nombres como Atlas) y jugaría un papel fundamental en la recuperación del género superheroico en el cómic de la época. Tras los éxitos de los 4 Fantásticos y Spiderman, una nueva colección que agrupaba a héroes de cierta popularidad pero de discretas ventas salió a los quioscos: Los Vengadores. Y en su cuarto número, el Capitán América, congelado desde los últimos días de la 2ª Guerra mundial despertaba en el mundo moderno para unirse al supergrupo y correr sus propias aventuras. Éstas fueron relatadas en la colección Tales of Suspense, cabecera compartida con aventuras de Iron man. Y durante una buena temporada, eso si, se decidió que las andanzas allí contadas de Steve Rogers fuesen historias retrospectivas del héroe durante sus días en la contienda de la 2ª Guerra Mundial.


Stan Lee aprovechó para reintroducir en estos “episodios perdidos” a quien consideraba que tenía potencial para ser el archienemigo del Capi, tras quedar libre la vacante y haber narrado la muerte del Baron Zemo un mes antes en la serie de Los Vengadores. Así, en 1965, volvíamos a encontrarnos con Cráneo Rojo, aunque fuese en aventuras que transcurrían en los años 40. Pero Lee, que como la mayoría de autores de cómics Estadounidenses que trabajaron en la industria en los años 40 es judío, quiere llevar el concepto del personaje más allá; Quiere convertirlo en el villano definitivo: un ser humano, sí, pero al que nunca veremos la cara ni conoceremos el nombre, yendo un paso más allá que con el Doctor Muerte. Va ser una personificación de un concepto, de un mal definitivo creado por los hombres comunes en el mundo real. Va ser el humano inhumano, una amenaza sin cara ominosa y temible. Como el propio nazismo.


El cocreador de los 4 Fantásticos conoce la historia de George Maxon (al que llama erróneamente John Maxon, igual que en esos años llamó Peter Palmer al sobrino de Tía May, y Bob Banner a Bruce, el alter ego de Hulk), pero no le interesa para lo que tiene en mente, y para prescindir de ella hace un curioso invento. Mediante retrocontinuidad (décadas antes de la llegada de Brian Michael Bendis) establece que Maxon era un peón al servicio del auténtico Cráneo Rojo, usando la identidad e imagen de su líder para sus actividades en los Estados Unidos. Tras sus apariciones en los números 1 y 3 de aquellos Captain America comics de la Golden Age, resulta que el auténtico Cráneo llegó a suelo Estadounidense y harto de que sus secuaces le fallasen los ejecutó, disfrazándose y suplantando a Maxon. Por tanto nos dice que a partir del número 7 de Captain América Comics de los años 40, estábamos ante Cráneo Rojo disfrazado de George Maxon disfrazado de Cráneo Rojo, como si de una bizarra muñeca rusa se tratase. Una vez zanjado ese asunto (incluso se comentó posteriormente que el Cráneo muerto y atrapado en el infierno de Captain America Weird Tales tal vez fuese en realidad Maxon, ya que como veremos el original seguía vivo), Lee se lanza a contarnos el origen e infancia del autentico villano.


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En ese relato que cuenta el propio Cráneo, en el que su cara siempre aparece en sombras y cuyo nombre real nunca se menciona, descubrimos que se trataba de un nativo alemán de origen muy humilde sujeto como miles más a la paupérrima situación económica de la nación perdedora en el periodo de entreguerras, ahogada por las deudas con los vencedores de la contienda del 14. Este indigente, testigo de la crueldad del ser humano llevado al límite en tal entorno, contempla con satisfacción el ascenso al poder de los Nazis en los años 30, y consigue un empleo de botones en un hotel en el que el propio Hitler termina alojándose en una ocasión. El Führer, toma al sirviente bajo su tutela convirtiendo en su reto personal hacer de él el nazi definitivo, alguien eficaz como ni siquiera su alto mando llega a serlo. Cuando termina el proceso de entrenamiento, Hitler está orgulloso: le entrega al anónimo alemán un uniforme verde con una máscara carmesí en forma de calavera. No solo le va a dar autoridad entre sus militares, políticos y científicos, además va a hacer de él un símbolo viviente del poderío nazi. Con el tiempo, incluso el Führer empezará a temer la fulgurante carrera ascendente del ambicioso monstruo que ha creado.


Adelantándonos unas décadas, debemos decir que a esta historia de Lee se le han ido haciendo diversos añadidos según se volvía a contar en posteriores cómics. En los años ochenta, JM De Matteis y Paul Neary nos contaron -en un relato al que volveremos a hacer referencia más adelante- que el nombre del villano era Johann Schmidt (traducible al inglés como John Smith, nombre absolutamente vulgar que solo acentúa la naturaleza genérica del personaje: su identidad no es importante) y que recién nacido, su padre trató de matarlo al haber causado el fallecimiento de la madre en el parto. También estableció que mató a una joven judía que rechazó su amor y que en ese momento, el de su primer asesinato, sufrió una malévola epifanía. DeMatteis dio aun mayor énfasis al hecho de que a pesar de haber vivido una vida terrible y digna de lástima, Cráneo no era una víctima y se negaba verse a sí mismo como tal. Es la maldad encarnada, sus circunstancias no fueron lo que le definieron sino que es un monstruo por naturaleza: no podemos empatizar con él de ninguna manera y eso, si cabe, le hace más inquietante aún. La idea subyacente de Lee de que las circunstancias que rodearon la ascensión del nacionalsocialismo fueron lamentables y que se cometió una injusticia con el pueblo alemán tras la primera guerra mundial, pero que eso no puede justificar de ninguna manera lo que se hizo después, quedó así reforzada.


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En la miniserie de 2011 Red Skull: incarnate, el escritor Greg Pak profundizó en el pasado de Cráneo tomando de bases los relato de Lee y Dematteis, acentuando el contexto cultural del periodo de entreguerras que forjaron al villano. Además, altera ligeramente lo establecido, mostrando que ese primer encuentro entre Hitler y Schimdt con éste último trabajando de botones en un hotel fue cualquier cosa menos fortuito: todo obedecía a una maquinación del futuro Cráneo rojo para ganarse al Führer sin dudar en sacrificar a Dieter, su único amigo.


También hemos de tener en cuenta otras retrocontinuidades como la que Roy Thomas lanzó en la década de los 70: Cráneo Rojo fue al archienemigo no solo del Capitán América, sino de Los Invasores. Este supergrupo nunca existió en los cómics de la Golden Age, pero a Thomas le pareció una buena idea que los principales superhéroes de la editorial de la época hubiesen formado un equipo, y así quedó fijado que el capi, Namor, Bucky, la Antorcha Humana original, Toro (el sidekick de éste ultimo) y otros cuantos lucharon juntos contra el Nazismo durante la segunda guerra mundial. Y que Cráneo Rojo junto con secuaces como Masterman y Warrior Woman, eran sus enemigos habituales, los representantes de los seres superpoderosos y/o enmascarados del tercer Reich.


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Tangencialmente, a finales de esa misma década, Roger Stern y John Byrne nos descubrieron que la figura del Capitán América fue creada por el gobierno USA -utilizando al único éxito del Proyecto Renacimiento- precisamente para combatir tanto a nivel propagandístico como en el campo de batalla a la de Cráneo Rojo. Por tanto la presencia de Cráneo Rojo era pública antes de la del Capi en el Universo Marvel, siendo la génesis de éste ultimo una reacción ante la existencia del villano tratando de crear un equivalente suyo estadounidense, circunstancia que de algún modo entrelazaba aún más sus destinos. No solo eso, sino que según nos contaron Fabian Nicieza y Kevin Maguire en Las Aventuras del Capitán América (publicada a principios de los noventa y revisitando el origen del superheroe) Cráneo era el sujeto sobre el que se iba a realizar el proceso del supersoldado -una vez perfeccionado, eso si- antes de que el doctor Abraham Erskine desertase de Alemania a los Estados Unidos. Schmidt se lo decía a Rogers en ese encuentro: “Vivo gracias a ti. Tu vives debido a mi. Somos hermanos, de espíritu si no de carne: tu serás Abel, permíteme ser Caín


Volviendo a los años sesenta, en un momento dado se decide finalizar en Tales of Suspense con las aventuras retrospectivas de la segunda guerra mundial y que las historias del Capitán vuelvan a tener lugar en la actualidad. En una de las últimas ubicada en los años cuarenta, se muestra como Cráneo rojo muere sepultado en un bombardeo. El final del relato de su aparente muerte trae consigo la activación en la actualidad de un plan de contingencia del tercer Reich para destruir el mundo si perdiesen la guerra en forma de los robóticos Durmientes. También sabemos que Cráneo mandó al caído en desgracia ante el Reich Barón Strucker a Asia en los últimos días de la contienda a fundar la organización Hydra. Tal vez, si no hubiese desviado tantos recursos por si perdía la guerra y los hubiese utilizado para ganarla, lo hubiese hecho.


Muy pronto, se recupera al villano para la actualidad revelándose que no murió, sino que quedó en animación suspendida (unos gases de su laboratorio bombardeado), de la que es despertado por la maligna organización llamada T.H.E.M., la cual de seguido sería rebautizada como I.M.A. Cráneo Rojo vuelve para atormentar al mundo libre, y sobre todo al Capitán América. Lo hará de múltiples maneras: en solitario, con I.M.A., con sus aliados llamados los Exiliados, con villanos contratados –El Espadachín, Powerman-, con planes de difamación, o buscando confundir al Capitán con el falso regreso a la vida de su amigo Bucky. Pero sobre todo lo hará con el cubo cósmico, un artefacto creado por I.M.A. que permite a quien lo blande moldear la propia realidad. A pesar de ese enorme poder Cráneo, no consigue dominarlo lo suficiente como para acabar con el Vengador de las barras y estrellas, y pierde el cubo por primera vez. No será la última.


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Tiempo después conseguirá recobrarlo y pondrá al Capi en apuros más serios: intercambiará sus consciencias de cuerpo, de forma que tendremos un “Superior Capitán América” y un Steve Rogers atrapado en la forma de Cráneo. Steve se quita la horrible máscara carmesí y por fin vemos las facciones del villano nazi: no tienen nada especial, podría ser cualquier hombre. Un giro muy Ditkiano que adelantaba la tesis de DeMatteis respecto a su vulgar nombre. El Capitán recuperará su cuerpo y saldrá reforzado de esta aventura al conseguir la amistad de El Halcón. Pero mas delante se revelará que esta nueva sociedad heroica es solo una muestra más de la tendencia del Cráneo a cuidar mas los planes de futuro que los del presente.


Un apunte más antes de abandonar los sesenta: en el quinto anual de Amazing Spider-man de 1968, nos relataron que Cráneo Rojo era el responsable de la muerte de los padres de Peter Parker, que eran espías para el gobierno Estadounidense. Matando varios pájaros de un tiro, se contó mucho después que ese Cráneo Rojo afincado en Argelia no era Schmidt, sino Albert Malik, un agente soviético que había tomado su alias para inspirar terror entre sus enemigos. Éste, por tanto era el Cráneo que se había enfrentado al Capitán América en los años 50 (el propio Capi también era un impostor), ya que no era posible que fuese Schmidt, sepultado en una caverna en animación suspendida durante esos años.


Enemigos villanescos, aliados de hace tiempo y peones involuntarios

Durante los años setenta Cráneo diversifica sus actividades, fomentando disturbios raciales para que la reacción de la sociedad imperante termine siendo oprimir más a las minorías, enfrentándose a Kingpin por el control de la célula de Hydra de Las vegas, sacándose de la manga más Durmientes, y combatiendo a otro villano, el Doctor Muerte, en su intento de conquistar la nación de Latveria y tener una patria desde la que iniciar un cuarto Reich.


Cuando Steve Rogers sufre una fuerte crisis personal de fe en lo que su nación representa y abandona la identidad de Capitán América, varias personas tratan de llenar sus zapatos. Uno de ellos, un joven llamado Roscoe termina ganándose el apoyo del socio del Capi, El Halcón, mientras Rogers ha asumido su nuevo alias de Nómada. Pero Cráneo Rojo vuelve deseando enfrentarse a su archienemigo, captura a Roscoe y al Halcón y al descubrir que está ante un sustituto, se siente engañado. Mata salvajemente, crucificando al recién estrenado superhéroe y deja vivo a Sam Wilson para que dé un mensaje al autentico Capi: le quiere a él, no a otro. Rogers, con las dudas despejadas sobre cuál es su nuevo papel como defensor del sueño americano frente a enemigos como Cráneo, acepta su responsabilidad y vuelve a portar el escudo y disfraz rojo blanco y azul.


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En estos episodios, obra de Steve Englehart, Sal Buscema, Frank Robbins y Herb Trimpe, se perfila muy bien la personalidad de Schimdt: se trata de alguien muy inteligente, no es ningún necio, pero está sujeto a arranques de ira e histerismo de villano de opereta totalmente contraproducentes, los cuales no consigue eludir. Desde matar a secuaces que hacen preguntas molestas, a arriesgar todo su plan porque le pone enfermo que haya un romance interracial entre los agentes de SHIELD Peggy Carter y Gabe Jones. Además se recuperan varios toques distintivos suyos, como su gusto por la marcha fúnebre de Chopin, y el Polvo mortal que arroja sobre sus víctimas matándolas y dejando sus caras desfiguradas de forma parecida a su máscara. El uso de este arma en espectaculares asesinatos de objetivos vigilados burlando a sus enemigos le ponen en la línea de otro célebre villano de la Distinguida Competencia, el Joker.


Además, revela uno de sus planes maestros: el Halcón es en realidad un agente suyo, colocado cerca del Capitán América desde el principio. Sam no es consciente de esto, ya que estaba siendo manipulado mentalmente por el poder del cubo cósmico desde hacía años, pero cuando Schmidt da la orden, el Halcón obedece sin tener control de su cuerpo ni su mente.


Sam acabaría sobreponiendose al influjo mental de Cráneo y la siguiente vez que vimos a Schmidt durante esa década sería dibujado por uno de sus cocreadores. Jack Kirby había vuelto a Marvel y a la colección del Capitán América, y en una épica saga nos mostró a un aliado de Cráneo hasta ese momento desconocido, pero cuyos talentos serían fundamentales para sus planes en el futuro: Arnim Zola. Se dijo que en realidad el científico suizo llevaba años trabajando para el archivillano nazi, desde la segunda guerra mundial, cosa que vino muy bien para después justificar unas cuantas cosas.


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Muerte y renacimiento en los años ochenta

Llegamos a la mencionada etapa de JM DeMatteis en la colección del Capitán América. A principios de la misma, el escritor ya utilizó al villano, pero esa historia no fue especialmente trascendente. Una lástima que el auténtico hito en la trayectoria de Cráneo que DeMatteis tenía preparado fuese ya cuando Mike Zeck ya no ilustraba sus guiones, ya que Paul Neary, por otro lado excepcional entintador, bajó bastante el nivel gráfico de los lápices de esa etapa. DeMatteis nos tiene preparado en relato con una atmósfera terrorífica, lleno de revelaciones y de trascendentales cambios. Para empezar descubrimos que los gases que habían mantenido a Cráneo joven y en animación suspendida han perdido su efecto con los años, dejando al cuerpo de Schmidt con su verdadera edad, la de un anciano cercano a la muerte. Cráneo quiere morir de manera memorable, luchando con su gran enemigo, al que captura y también envejece artificialmente para nivelar el bizarro combate cuerpo a cuerpo que van a librar. Le vuelve a contar su historia, añadiendo los datos que ya hemos mencionado de su auténtico nombre y demás escabrosos detalles sobre su infancia y juventud. Además descubrimos que tiene una hija a la que estuvo a punto de matar al nacer, como a él mismo le sucedió a manos de su padre. Para dar alguna utilidad a la niña que desprecia (Cráneo quería un varón digno de perpetuase su nombre), la hace crecer artificialmente, la lava el cerebro y le da fantasmales poderes. Con los que, por cierto, es como Schimdt consigue traer al Capi a su presencia y torturarle mentalmente antes del último acto.


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El duelo comienza. Cráneo ha hecho que ambos contendientes hayan tomado un veneno que acabará con sus vidas, poniendo fin a décadas de lucha de una forma que el retorcido Schmidt considera gloriosa. Ambos morirán en su última batalla, en su contienda definitiva. Y efectivamente, Schmidt muere en brazos de su enemigo al que apenas le queda tiempo. Solo la intervención de un místico nativo americano (que iba a ser el sustituto de Rogers como Capitán América según los planes de DeMatteis. El editor Jim Shooter no le dejó llegar tan lejos), salvan la vida de Steve y le devuelven su juventud arrebatada.


Tras la marcha de DeMatteis de la serie del Capi, otro guionista le sustituyó iniciando una larga etapa también muy recordada entre los lectores. Hablamos del fallecido y añorado Mark Gruenwald. En una entrevista de la época, Gruenwald contaba preocupado que habiendo creado al villano antinacionalista Flagsmasher, parecía haber dado la impresión de que quería propugnar que el concepto opuesto, el patriotismo, era el bien supremo. Y que para compensar, se embarco en una larga saga en la que la administración Reagan a través del Comité de Actividades Superhumanas despojaba a Rogers del papel de Capitán América y ponía en su lugar al psicótico aunque fiel Superpatriota (luego USAgente), una muestra de los males a los que el nacionalismo exacerbado, especialmente el estadounidense, podía dar lugar. Pero no solo eso, sino que tras toda esta conspiración se intuía una mano oculta que poco a poco iba revelándose: un misterioso hombre llamado John Smith, de facciones idénticas las del Capi manipulaba a la Comisión desde las sombras.


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Por fin se reveló la verdad: Smith no era sino el propio Cráneo revivido. Arnim Zola, experto en estas lides, había trasplantado el cerebro de Schmidt (que había optado por el equivalente en inglés de su nombre real para su nueva encarnación) a otro cuerpo a tiempo para recuperar la vida del villano. ¿A qué cuerpo? Pues ni más ni menos que al de uno clonado del Capitán América. Así, varias metáforas cobraban relieve. Primero, era más evidente que nunca que héroe y villano estaban entrelazados, que eran una cara de la misma moneda. Pero además, renunciando Cráneo a la simbología del nazismo para abrazar el capitalismo exacerbado infiltrándose en la política estadounidense, se nos hablaba de cómo esa ideología ha percolado en la vida pública sin que llame la atención. No se llamaría nazismo como tal, habrá pasado por una sesión de maquillaje que le libre de las connotaciones negativas ante la opinión pública, pero mucha política de la época no era tan distante de la del régimen de la Alemania de los años 30. Y el tema ha seguido (como veremos) y sigue de actualidad.


Por su parte, Steve Rogers conseguía vencer a Cráneo y recuperar su alias, escudo y traje de toda la vida. Schmidt era víctima de su propio Polvo mortal, y aunque no moría, su rostro (el de Rogers) quedaba deformado imitando su antigua máscara, una calavera roja. Chapeu, mister Gruenwald.


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Los locos años noventa

Cráneo se retiraba a lamerse las heridas, pero pronto comenzó a reorganizarse y a montar una estructura que le sirviese de apoyo en sus rentables actividades villanescas. Se rodeó de un nutrido grupo de supervillanos de segunda que actuaban como sus testaferros, con uno de nueva creación destacando entre ellos: Brock Rumlow, alias Crossbones o Calavera.


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Durante Actos de Venganza se unió a una alianza de villanos instigada por Loki en cuyo seno había diversas tensiones, como quedó claro con su lógica enemistad con un célebre judío: Magneto, el archienemigo de la Patrulla-X, que no se lo hizo pasar nada bien a Cráneo. Tampoco es que con el Doctor Muerte, gitano de nacimiento y con el que ya había tenido varias disputas cuando trató de invadir Latveria, tuviese muy buena relación. También tuvo durante esos años un duelo personal (que perdió) con Wilson Fisk, Kingpin, por el control del territorio criminal de Nueva York. Parece curioso que sus mayores derrotas de aquella época, bastante humillantes por cierto, le viniesen dadas de sus compañeros en el lado del mal.


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Tras la larga y hacia el final agotada etapa de Gruenwald, en medio de un panorama creativamente funesto para el cómic de superhéroes siguiendo la moda impuesta por la popularidad de lo peor de la editorial Image de la época, Mark Waid llegó a la colección del Capitán América con Ron Garney para ofrecernos un oasis de saber hacer. Allí, Cráneo volvía a aparecer. De hecho salvaba la vida de Steve, que había quedado muy maltrecho en los últimos episodios de Gruenwald, ya que le necesitaba para neutralizar a una secta que adoraba al cubo cósmico. Por supuesto, Schmidt intentaba traicionar al Capitán y hacerse con el cubo, pero era derrotado y aparentemente moría. La etapa de Waid en la serie fue interrumpida por la iniciativa Heroes Reborn, y cuando esta finalizó, quedó reanudada devolviendo Waid a Cráneo a la vida en una alambicada historia que involucraba a Korvac disfrazado de Kang el conquistador.


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La verdad es que el Cráneo de esos años parece un personaje distinto. Especialmente con Waid, resulta mucho más elegante, carismático y calculador que el desaforado que gritaba y asesinaba a sus secuaces en sus arranques de ira. Es cierto que la mayoría de villanos Marvel sufrió una transformación similar, desde unos principios en los que estaban todos cortados por el mismo patrón psicológico de opereta, hasta por ejemplo el temible pero noble Victor Von Doom, o al cercano a la redención Magnus que podemos encontrar en los años ochenta. A Cráneo le llegó más tarde esa forma de escribir al villano con tanto respeto como al héroe, tratando de entender su psique y reduciendo en una medida el maniqueísmo. Tal vez por ser el representante de un mal real con el que ningún autor tenía gana de simpatizar de ningún modo, se tardó más en girar en esa dirección, cuando ya era un malvado mas desligado del nazismo. Y tal vez, por haber pasado más tiempo siendo un neurótico homicida que el resto, que precisamente eso se tratase de cambiar nos parecía menos consistente con el personaje.


El Nazi del Siglo XXI

Durante la poco reivindicada etapa de Geoff Johns en Los Vengadores (sí, este señor se paseó por Marvel en su día), una subtrama iba cobrando importancia según avanzaban los números. El clásico acoso gubernamental del agente Henry Peter Gyrich hacia los Héroes más poderosos de la Tierra cobraba un relieve inusitado con la presión que el secretario de defensa Dell Rusk metía a Gyrich, ordenándole espiarles para su oficina. Finalmente, en el arco argumental titulado Zona Roja, en el que un virus letal creado por el ejército estadounidense se desataba sobre su propia población, se descubría la verdad: el nombre Dell Rusk no era sino un anagrama de Red Skull, las palabras que significan Cráneo Rojo en inglés. Y por tanto, el secretario de defensa no era sino Johann Schmidt disfrazado e infiltrado de nuevo en la política estadounidense.


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El relato era totalmente deudor del contado por Gruenwald en los años ochenta, pero adaptado esos tiempos post 11-S en los que se publicó. De nuevo el Cráneo decía renunciar a la simbología nazi para adaptarse a lo que consideraba su equivalente actual y norteamericano. Y si con Gruenwald se trataba de sustituir al Capitán América por Rambo, Johns introducía la espinosa cuestión de crear terror en el pueblo norteamericano culpando a otra nación para así conseguir control absoluto y sin cuestionar sobre sus libertades en aras de la cohesión contra un etéreo enemigo extranjero. El mochuelo de la creación del arma biológica se colgaba a Wakanda, nación enormemente avanzada de ciudadanos africanos de color, cuya mera existencia lógicamente irritaba a un racista natural como Cráneo. Ni Schmidt, con la mandíbula partida por Pantera Negra, ni su plan abortado por los Vengadores salían bien parados del asunto.


Pero si verdaderamente queremos ver salir mal parado al villano, mejor fijarnos en el primer número de la etapa de Ed Brubaker con el Capitán América. Cráneo aparecía tramando sus habituales planes que incluían tratar de sacarle algún partido a un cubo cósmico defectuoso. El episodio se cerraba con un espectacular cliffhanger que nos dejó a los lectores con la boca abierta: un francotirador abatía a Schmidt que yacía muerto en la última página. Corrimos sobre la siguiente entrega en cuanto apareció para saber qué estaba sucediendo y allí quedó confirmado con una autopsia: Cráneo Rojo había vuelto a morir. Así se inicia y se llama la atención sobre una andadura, mister Brubaker.


Con el tiempo resultó que había trampa. ¿No la hay siempre?. Cráneo había conseguido antes de morir ordenar al cubo que intercambiase su consciencia de cuerpo con la de Aleksander Lukin, el industrial ruso rival suyo que había ordenado el asesinato.


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El cubo, defectuoso, no pudo cumplir la orden, pero sí logró proyectar la mente de Cráneo dentro del cuerpo de Lukin, de forma que ambos lo habitaban. Cráneo al principio apenas era perceptible, pero poco a poco fue ganando fuerza y finalmente se impuso sobre Lukin, haciéndose además, claro, con su vasto imperio financiero.


Con las cosas así, Cráneo anunció al público su retorno justo a tiempo para Civil War, el recordado evento de Marvel. Para entonces había vuelto a reclutar para su organización a varios secuaces con los que ya había trabajado a lo largo de los años: Calavera, el psicólogo nazi Doctor Fausto, y Pecado. Esta última no era sino Sinthea Schmidt, aquella hija que conocimos en la etapa de DeMatteis, despojada de sus poderes, pero convertida en una peligrosísima psicópata por Calavera. Sinthea había comenzado una enfermiza relación con éste que nos recordaba un poco a la de Woody Harrelson y Juliette Lewis en la película Asesinos natos.


Cuando Civil War terminó, saldándose con la captura de Steve Rogers por sus crímenes contra las nuevas leyes de registro superheroico, Cráneo hizo su movimiento más osado: arregló el asesinato del Capitán América. Y así, con Rogers detenido por las autoridades, un francotirador acabó con la vida del Vengador de las barras y estrellas, dejando a toda la nación estupefacta y de luto. Rogers había pasado de haber caído en desgracia a convertirse, aun más, en un mito americano.


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Pero el plan de Cráneo resultó ser aún más retorcido de lo que parecía en principio: aunque todo apuntaba a que el francotirador había sido Calavera, se descubrió que la verdadera asesina era Sharon Carter, la amante del Capitán, manipulada mentalmente por el Doctor Fausto. Carter empezó a recordar poco a poco su implicación en la muerte de su amado, y el hecho de descubrir estar encinta de Rogers hizo poco para calmar la culpa que sentía.


La vida le sonríe a Schmidt- Lukin: su mayor enemigo ha muerto, su organización prospera, y el clima político estadounidense es ideal para, con un pequeño empujón a base de terrorismo bien dirigido y peones políticos, llevarla hacia un estado policial controlado por él. Aparte, echa de menos el cuerpo clonado de Rogers con las ventajas del suero del supersoldado que tanto tiempo habitó. Está harto de lucir la cara del hombre que ordenó su asesinato y tiene un plan: gracias (de nuevo) a la tecnología de Zola, transferirá su consciencia al hijo todavía no nacido de Rogers y Carter. Pero no cuenta con varios factores: por un lado Bucky Barnes, el sidekick de Rogers creído muerto durante años ha asumido la identidad del nuevo Capitán América y consigue frustrar sus planes de conquista encubierta. Además su hija Pecado resulta un doble obstáculo ya que hace que Carter pierda el bebé, y sabotea por despecho el resto de los planes de su propio padre. Las cosas se le complican aún más a Lukin-Schmidt cuando Carter consigue escapar de su yugo y matarle a tiros. Y así, una vez más, Cráneo Rojo muere.


Y una vez más, Zola, el eterno salvador de Scmidt, el hombre al que más debe el villano de la calavera carmesí, es fundamental para su regreso. El científico suizo consigue transferir la consciencia de Cráneo a uno de los cuerpos robóticos que tiene guardados de repuesto, pero a cambio las prisas al realizar un proceso tan complicado de improviso atrapan a Schmidt de manera aparentemente permanente en esa grotesca forma.


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Mientras tanto y para mayor humillación, otro villano se ha adelantado y llevado a cabo planes similares a los que Cráneo tenía en mente. Norman Osborn se ha hecho con la dirección de SHIELD (a la que ha rebautizado como HAMMER) y en general de la seguridad en Estados Unidos, siendo él el que controla el estado policial con el que Schmidt soñó. Incluso ha asumido la identidad de Iron Patriot, llenando al tiempo ante la opinión pública los huecos dejados por Tony Stark (el cual ha caído en desgracia) como Iron Man, y el del Capitán América. Pero gran parte del público ha llevado ya la figura del fallecido Rogers hasta dimensiones cuasireligiosas, y ni Osborn ni Bucky Barnes acaban de ser dignos ante sus ojos de llenar los zapatos del santo. Osborn también se ha procurado el control del resto de Los Vengadores sustituyendo a los Héroes Más Poderosos de la Tierra por villanos a su servicio disfrazados como ellos. Por todo ello a Osborn le viene muy bien ayudar a Cráneo sirviendo de puente para negociar con otro villano que tiene grandes reticencias a trabajar con el nazi: el Doctor Muerte.

Resulta que en realidad el arma que disparó a Steve no le mató, sino que le transportó “más allá del tiempo y el espacio”, para ser rescatado cuando Cráneo lo considerase conveniente. La huida de Sharon estropeó las máquinas que podrían traerle de vuelta, y solo Victor Von Doom es capaz de ayudar a Arnim Zola a arreglarlas. Muerte lo hará para honrar sus acuerdos con Osborn, Cráneo lo hará porque así podrá transferir su consciencia del grotesco cuerpo robótico que habita al del Capitán América, y Osborn mediará porque así podrá presentar ante el público al aparentemente autentico Capitán América como parte de sus Vengadores Oscuros. Con Cráneo haciéndose pasar por Rogers ante las cámaras y trabajando con él, el antiguo Duende Verde habrá realizado una operación de relaciones públicas que consolidará del todo su posición política.


Aparte de lo rebuscado de la historia, así sobre el papel las motivaciones de los villanos parecen bastante bien llevadas. Pero la miniserie en la que esto se contó, Captain America: reborn, era un auténtico despropósito que parecía una tomadura de pelo con explicaciones sacadas de la manga para justificar de alguna manera el retorno de Steve Rogers en los cómics a tiempo para el estreno de la película Capitán América: El primer Vengador. Ni un equipo creativo de primera fila (el propio Brubaker y Bryan Hitch) consigue que convenza este relato en el que las cosas suceden a trompicones sin ningún otro objetivo que ejecutar un regreso que da la impresión de que no estaba programado que llegase a darse, por lo menos no tan pronto ni mediante esas vías.


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La cosa se resuelve del siguiente modo: efectivamente los villanos consiguen traer el cuerpo de Rogers del más allá temporal, y efectivamente Cráneo consigue realizar su posesión. Pero el bueno de Steve, al contrario de lo pasase con que Aleksander Lukin, consigue imponer su personalidad dentro de su propio cuerpo ante la de Cráneo, que se ve obligado a retornar a la estructura robótica de Zola en medio de un monumental batalla entre héroes y villanos en Washington DC. Allí, ridículamente convertido en un gigante por un error de Sharon Carter (¿?), los héroes consiguen abatirle y esta vez sí, hasta ahora definitivamente Johann Schmidt muere por fin sin plan de retorno. Tras décadas de crímenes contra la humanidad, ni su cuerpo ni su malévolo espíritu volverán a aterrorizar el universo Marvel. Pero su legado continuará.


Los dos nuevos Cráneos.

El final de Captain America: Reborn nos dejaba entre otras cosas a Pecado horriblemente deformada por la refriega en al que muere su padre: su cabeza sufre importantes quemaduras que irónicamente hacen que se asemeje a la máscara portada de Schmidt. Así, con su apropiado nuevo aspecto, Pecado inicia su carrera como la nueva Cráneo Rojo. Pero no se puede decir que hasta ahora su carrera haya tenido tanta relevancia o visibilidad como la de su padre. De momento lo más destacable han sido sus papeles en el hostigamiento mediático a Bucky Barnes, y en el evento Miedo encarnado. Allí aparentemente (solo aparentemente) mató al antiguo sidekick y sustituto del Capitán América, pero por lo demás, no ha sido un personaje especialmente aprovechado considerando el nivel de iconicidad que ha heredado dentro del Universo Marvel.


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Sin embargo sí hemos podido ver a Cráneo Rojo desempeñando importantes papeles últimamente. Y no tratándose de Sinthea, tampoco hablamos estrictamente de Johann Schmidt. Una vez más, gracias a Arnim Zola, el nazi de la máscara cadavérica escarlata se ha paseado por el universo Marvel, y esta vez la ha liado pero bien. Resulta que Zola clonó a finales de la segunda guerra mundial a Schmidt, y colocó a esta réplica genética en hibernación en caso de que el resultado de la contienda no fuese favorable al eje. Un poco como los robóticos Durmientes aquellos de nuevo. Hasta ahora el clon no había sido activado, pero ese retraso ha terminado. Este nuevo y revitalizado Cráneo se mostró públicamente por primera vez tras el asesinato de Charles Xavier. Despertado en un nuevo mundo, ha decidido volcar su odio hacia otras etnias contra la minoría por antonomasia del universo Marvel: Los mutantes.


Y así, rodeándose de un grupo de humanos superpoderosos (los S-Men, cada uno de ellos con sus motivos para detestar al Homo superior), comenzó su campaña para la erradicación de aquellos con el factor X en su herencia genética. Lobotomizando a conocidos criminales mutantes para que llevasen a cabo atentados suicidas que dejasen multitud de víctimas consiguió una nueva escalada en la tensión entre humanidad y Homo superior. Después procedió a un sorprendente y osado robo: el del cadáver de Xavier, de cuyo cerebro extrajo porciones que se implantó en el suyo propio, adquiriendo los inmensos poderes mentales de los que gozaba el Profesor X. Con ellos, mediante control mental se inició una era de disturbios raciales que solo la recién inaugurada Escuadra de Unidad, que mezclaba miembros de los Vengadores y los X-Men, pudo parar. Y aunque el clónico Cráneo no salió intacto del enfrentamiento (Lobezno le cortó un mano), consiguió escapar para seguir haciendo planes.


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Ahora, esos planes están cristalizando: ha erigido un inmenso campo de concentración para mutantes en la isla de Genosha. Con sus S-men y su nuevo aliado, el cazador de mutantes venido del futuro llamado Ahab, ha conseguido capturar a Magneto, la Bruja Escarlata, Kaos y Pícara. Y de lo que suceda a partir de ese punto, asistiremos a dos nuevos cambios para el Cráneo Rojo, uno que inaugurará el evento Axis, y otro que sufrirá a final del mismo.


No hay duda: Cráneo Rojo, aparte de tener el dudoso honor de ser el primer gran villano de Marvel en aparecer, también sigue de rabiosa actualidad más de 70 años después.


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Vía Zona Negativa http://www.zonanegativa.com/craneo-rojo-el-primer-gran-supervillano-de-marvel/




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